
El Parque Madero, espacios públicos y ciudadanía
Cristina Martínez
El Colegio de Sonora, México
cmartin@colson.edu.mx
Introducción
Los parques urbanos son elemento clave en la estructura de las ciudades y en la vida de sus habitantes. En primer lugar, porque figuran como islas de confort y medio ambiente y en segundo lugar, porque cumplen el papel de espacios de recreo y/o de interacción social.
El carácter público de dichos espacios está fincado históricamente desde finales del siglo XVII cuando nace la ciencia urbanística y se plantea la necesidad de los parques y jardines definiendo su composición y funciones arquitectónicas y sociales. Pero actualmente, en el siglo XXI, debido a los procesos de globalización y privatización existe una tendencia a la desaparición de los espacios públicos y particularmente de los parques urbanos. En América Latina se ha documentado su disminución en número y tamaño y/o su reglamentación en formas que restringen sus usos sociales. (Low, S. 2005, 1).
Aquí resulta pertinente preguntarse cuál ha sido el papel de la ciudadanía y el ejercicio de sus derechos y responsabilidades como habitante de la urbe y particularmente beneficiario de las mencionadas áreas verdes.
De ahí, y a partir de los conceptos de espacio público y ciudadanía, este trabajo da cuenta de una movilización de vecinos en el Parque Madero en Hermosillo México contra la autoridad municipal que construyó 140 locales comerciales dentro del área verde y que posteriormente los retiró como resultado de esta protesta ciudadana. Algunas de las preguntas puntuales que lo guían son: ¿cuál es la función del Parque Madero en la ciudad de Hermosillo? ¿cómo la asumen y la desarrollan las autoridades municipales? ¿qué significa el Parque Madero para los ciudadanos hermosillenses? ¿cuál es el valor de la participación ciudadana en este tipo de movilizaciones?
1.- ¿Qué es el espacio público?
La primera definición simple de espacio público, es cualquier espacio abierto de la ciudad utilizado por sus habitantes. En este sentido estamos hablando de calles, banquetas, camellones, jardines, parques, plazas, entre otros.
Pero dos niveles de acotación de este concepto para comprender el planteamiento de nuestro trabajo son: en primer lugar, el referente jurídico que remite a la administración pública de espacios con garantía a la accesibilidad de toda la población que fija las condiciones de su funcionamiento y desarrollo; y en segundo lugar, la dimensión socioespacial que permite construir espacios comunes de la ciudadanía a partir de conductas y vivencias personales.
Mi reflexión abreva principalmente de esta última, pero quise definirlo por separado para denotar también la urgencia de construir puentes entre una y otra acepción con la intención de complementar procesos y hacer ganadora la propuesta de los habitantes de la ciudad.
Para ilustrar esta relevancia, es muy importante decir aquí que la sociología norteamericana ha producido numerosos estudios que reportan el comportamiento humano en los espacios públicos, y que han servido para caracterizar la vida urbana de sus habitantes.
En su acepción amplia, Lofland (citada por Flanagan 2003, 6), asegura que estos comportamientos modelan la conducta del individuo y que la tensión social inherente a la misma es negociada” del manejo de cada persona, esto es, que los espacios públicos urbanos afectan lo que pensamos y lo que hacemos.
Más particularmente, ella (ídem, 11-12) estudia la forma de vivir la “experiencia pública” a partir de los pequeños grupos que se apropian el espacio público en el uso rutinario de restaurantes y/o secciones de plazas y parques que en el devenir del tiempo los convierte en residentes con “derecho al lugar”. Dice la autora que la asiduidad a estos espacios públicos crea también una cierta identidad en el grupo a partir de actitudes y lenguaje del cuerpo que las hace reconocerse a sí mismos como personas relajadas, abiertas y muy dueñas del rumbo de su vida.
Por su parte, White (ídem p.10), desde la perspectiva del micro orden ha estudiado las conductas públicas incidentales de los habitantes y encuentra que a título individual estas personas se conducen con respeto siempre y cuando el entorno es conocido por ellos, pero de lo contrario, transforman la “ingeniería social” que hace confortable la ciudad a las necesidades humanas a través del cambio de rituales cotidianos.
En resumen, estos autores concluyen que los espacios públicos no figuran como telón de fondo y sí intervienen de manera directa en el comportamiento de los grupos sociales. Y aunque hacen mención de los actores sociales como transformadores del entorno y viceversa, su paradigma analítico pierde de vista el resto de los actores que intervienen en el proceso global tales como los gobiernos y las burguesías locales.
Otra tradición de estudios europeos dirigidos por Jordi Borja (2003), ha sistematizado la discusión de los espacios públicos y la privatización de los mismos en el marco de las ciudades globales proponiendo su rescate a partir de las ventajas que significa en términos de la cohesión social y de la estructura de la ciudad.
Claro que se refiere a un tipo específico de espacio público con atributos concretos: que sea del dominio público, que posea un uso social colectivo y que cuente con múltiples funciones. Además deben caracterizarse “… físicamente por su accesibilidad, lo que lo convierte en un factor de centralidad […] por la intensidad y calidad de las relaciones sociales que facilita y […] por su capacidad de estimular la identificación simbólica, la expresión y la integración culturales” (ídem, 46-47).
Esta reflexión resulta de las consideraciones que el autor realiza del “urbanismo funcionalista”, al que le atribuye usos unívocos del espacio público tales como las vialidades, la monumentalidad, ó los usos comerciales; refiriéndose a estos últimos como los más graves, porque sin una vigilancia ética se privatizan y sesgan el uso y la percepción de dichos espacios con dominio en la función comercial. Enfatiza “… no hay nada de malo en la función comercial, una función tan legítima como cualquier otra en la sociedad […] pero, la cuestión es la estructuración simbólica sobre la base de la predominancia excesiva de esta función”.
La explicación de esta perspectiva la encuentra en el urbanismo contemporáneo que se centra
“… en un funcionalismo eficientista dotado de un instrumental separador más que integrador (la zonificación, los modelos), justificado por urgencias sociales (vivienda, equipamientos básicos) y acentuado por la compartimentación de las administraciones públicas y de los cuerpos profesionales (por ejemplo, transportes/ingenieros sin otras visiones del desarrollo y del funcionamiento urbanos). El resultado ha sido casi siempre la aplicación de políticas sectoriales en lugar de realizar actuaciones que articulen la diversidad y la complejidad de las demandas urbanas”. (Borja 2003, 47).
La estrategia de producción de espacios públicos, según el autor, debe considerar la regeneración de los mismos (centros históricos, vías urbanas, equipamientos socioculturales en la periferia), su reconversión (industrias desactivadas, cuarteles, etc.), y su producción ex novo (espacios forestales, reservas ecológicas en el área rural o urbana, etc.). Acción que debe ser diseñada por la administración pública de los gobiernos locales pero necesariamente supervisada por la ciudadanía porque ésta figura como sujeto de la política urbana, y además, porque es la única manera de hacer ciudadanía interviniendo en la construcción y gestión de la ciudad.
En este sentido, y coincidiendo con otras voces (Ramírez Kuri 2003, 6), no hay duda de que el espacio público se está revalorizando al constituirse en un componente central de la vida colectiva y de las ciudades sostenibles.
2.- ¿Qué es la sociedad civil y cómo conquista el espacio público?
A partir de que existe un acuerdo en que la participación ciudadana tome acción en la construcción de los espacios públicos, es importante mencionar que las especificidades de ésta, se han expresado de diversas formas tales como los movimientos cívicos, los colectivos sociales ó profesionales ó hasta las instituciones políticas locales.
Lo cierto es que el común denominador de éstas, es la sociedad civil que encara formas de acción colectiva que pretenden incidir en el ámbito público y en la instrumentación de mecanismos de participación para la toma de decisiones.
Los límites y posibilidades del concepto de sociedad civil, dice Lucía Álvarez (2004, 8), se manejan en un amplio horizonte, pues pocos conceptos han generado tanta polémica y controversia debido a la pluralidad de fenómenos referidos a éste. Sin embargo, recientemente, los aportes de algunos estudiosos del tema han logrado construir una perspectiva que la identifica
“… como una esfera diferenciada dentro de lo social, constituida por una pluralidad de actores, cuyas prácticas construyen un espacio de autonomía social portadora de un potencial crítico y democratizador; cumple (además) una función de intermediación desde la sociedad respecto al Estado y al sistema económico”. (Cohen y Arato citado por Álvarez, cfr. SUPRA).
En resumen, esto significa que la sociedad civil no es un actor ó sujeto histórico específico que construye su práctica en una dirección definida, sino un conjunto heterogéneo de actores que confrontan discursos y proyectos diversos orientados a incidir en cambios de la realidad social.
Una de las especificidades que avala el status conceptual de la sociedad civil, asegura la autora, se refiere a la distinción entre actores y sociedad civil por la condición de autonomía frente al Estado y al mercado en tanto no se inscriben en las lógicas de estos sistemas. Esto es, no participan en la lucha por el poder ni en la dinámica de la libre competencia y la ganancia; pero también, refiere a que sus movilizaciones no pretenden destruir las instituciones existentes sino preservar espacios y equilibrios en las dinámicas del Estado y del mercado ya mencionadas.
En este sentido, la figura de la sociedad civil que toma acción en la conquista de los espacios públicos se identifica con la movilización de ciudadanos que opone resistencia a la autoridad municipal que instala 140 locales comerciales dentro de las áreas verdes del Parque Madero y que finalmente fueron retirados. El cumplimiento de las tareas subsiguientes, que se han concentrado en el rescate y la preservación del lugar, es lo que pone a prueba el futuro del grupo como expresión de la sociedad civil.
3.- El Parque Madero en retrospectiva
Hoy como ayer, el Parque Madero es un espacio público con funciones múltiples.
En sus orígenes (1878), cuando se llamaba “Alameda”, tuvo funciones eminentemente recreativas para los habitantes de la ciudad; incluso, durante el auge porfirista cuando el Parque fue renombrado “Ramón Corral” en honor del gobernador en turno, tuvo su máximo esplendor cuando formó parte del corredor escenográfico de la ciudad. Posteriormente a la Revolución de 1910, cambia de nombre a Francisco I. Madero y agrega nuevas funciones que expresan la recomposición social de los hermosillenses: ahora es escenario de manifestaciones sindicales y partidistas como las del Sindicato de la Sociedad de Artesanos , y más tarde en los cuarenta, del Partido Popular de Jacinto López, hasta la fecha, es punto de reunión de los trabajadores organizados cada primero de mayo y días festivos antes de iniciar el tradicional desfile por las calles de la ciudad.
Este resumen muestra las multifunciones y el referente social del Parque que enmarcan la movilización de vecinos en octubre de 2005.
Para puntualizar lo anterior, debo decir que la historia documental del Parque Madero con la denominación de Alameda, data de 1865 con un hecho dramático: el 14 de mayo de ese mismo año, una columna de franceses toma la plaza de Hermosillo y bombardea la ciudad desde los prados del mismo Parque. Un poco más tarde, en 1890 y en circunstancias menos adversas, el gobernador porfirista Ramón Corral ordena remozar la Alameda localizada al oriente de la ciudad que posee los siguientes límites geográficos: “… al norte era la calle Morelia y tenía en esta dirección un panteón pequeño (enseguida) había varios establos lecheros. Al oriente (..) estaba el barrio del Puente Colorado, de donde salían las acequias que irrigaban la ciudad. La calzada de los Pinos era el límite sur del parque”. No se especifica el límite oriente del Parque. (Lian Karp 1987, 30).
Pero indudablemente la postal que retrata el máximo esplendor del Parque Madero como elemento estructurador de la ciudad, es la ruta de tranvías que recorre el circuito escenográfico del Jardín Juárez y la Plaza Zaragoza en los albores del siglo XX. El punto de partida es la estación del ferrocarril y el trayecto por calles pavimentadas, postes telefónicos, y alumbrado público denota una ciudad en ascenso.
Dice Jesús Uribe (1987, 30), que con estas mejoras materiales y áreas de recreación más citadinas, un amplio sector de la población aceptó también una nueva forma de vida. De ahí que
“… los paseos al aire libre ofrecían un mayor atractivo. El Parque Ramón Corral (Parque Madero) y la Plaza Principal (Plaza Zaragoza), eran los extremos del sector comercial, recreativo y de negocios, donde los hermosillenses disfrutaban de de sus momentos de ocio. Por las calles enarenadas del Parque Ramón Corral transitaban elegantes carriolas y coches, jinetes y paseantes, entre árboles repletos de frutas que perfumaban el ambiente…”
Ahora, para ilustrar el período contemporáneo del Parque Madero basta mencionar que la posrevolución trajo nuevos aires que reconfiguraron este espacio público.
Lian Karp (op.cit, 48) asegura que en los albores de los años treinta, sufre modificaciones la arquitectura del Parque al desaparecer los tres arcos frontales, que le dieron identidad por más de cuarenta años, y también derrumbaron varios edificios históricos de alrededor (incluyendo la casa donde nació Jesús García, el Héroe de Nacozari), lo cual le da una nueva fisonomía al lugar.
De estos referentes, derivamos que al convertirse el Parque en un espacio abierto y conectarse libremente la ciudad, el mensaje simbólico es sellar la impronta de la nueva era política, social y económica que experimentaban los sonorenses en ese momento.
Finalmente, los años setenta no son los mejores para el Parque Madero pues aunque el Gobierno del Estado se hizo cargo de él hasta 1968 cuando transfirió su responsabilidad al Gobierno Municipal, hay expresiones que lo avalan como una nota periodística de la época reproduce el desánimo y el poco interés de las autoridades en las áreas recreativas de la ciudad; y es que ante la denuncia de un ciudadano sobre este tópico, el recién estrenado responsable del Departamento de Parques y Jardines declara que
“… hay una incomprensión absoluta de vagos sin oficio que provocan daños incalculables como son el de quebrar bancas, árboles y faroles […] pero la causa del mal estado de Parque Madero se debe al ganado que invade este lugar…” y remata asegurando que la fuente, el alumbrado y los árboles en mal estado serán reparado aún con falta de recursos del Ayuntamiento. (Información, 29 de enero de 1973).
Esta respuesta obedece a la demanda de Amós Ruiz Girón, mejor conocido como el Apóstol del Árbol, quien entre otras cosas dijo que “… no se pondrá remedio a la pésima situación que guardan el áreas verdes hasta que en señal de protesta quiebre yo vidrios de la casa de gobierno o el mismo Palacio y que al detenerme las autoridades policíacas efectúen las averiguaciones; ya que quejas se han puesto en todas las dependencias y nadie ha hecho nada para darles solución”. (Información, ídem).
4. El Parque Madero hoy: en defensa del espacio público
El Parque Madero está considerado en el Plan Municipal de Desarrollo Urbano de Hermosillo (PMDUH) como un área verde con uso específico de parque urbano; además , como política se menciona que las plazas, parques y jardines estarán sujetos a constante mejoramiento y mantenimiento. Textualmente señala: “… no se deberá cambiar el uso de suelo a estas áreas, ni se deberán realizar actividades ni instalaciones que desvirtúen el fin para la cual se han creado”. (PMDUH, versiones 2003 y 2006).
Bajo este supuesto y con la historia que representa, el 14 de octubre de 2005 un grupo de vecinos se manifestó públicamente en contra de la apertura de 140 locales comerciales que fueron construidos en las áreas verdes del lugar por parte del Ayuntamiento de Hermosillo. La posición de los vecinos defendía el Parque como un área verde consagrada al descanso e interacción de los hermosillenses. Por eso instalaron dos mantas donde se leía “Respeto a los espacios públicos” y “En defensa del Parque Madero”; además, escribieron cartas a la presidenta municipal y expresaron su descontento declarando directamente ante los medios de comunicación y por vía telefónica a las estaciones de radio.
El argumento de los manifestantes era que la obra cambiaría el uso del suelo de área verde a área comercial y solicitaron los estudios correspondientes de impacto ambiental y social. Las autoridades, por su parte, sostenían que la obra formaba parte de un Programa Integral del Parque que incluía otros cambios que beneficiarían a los usuarios tales como el incremento de lámparas, bancas, y árboles entre otros; además afirmaban que dicho Programa había sido aprobado por el Consejo Consultivo del Instituto Municipal de Planeación de Hermosillo (IMPLAN) en base a estudios y proyecciones propias.
El suceso activó una polémica a la que se incorporaron amplios sectores de la población que en su mayoría apoyaron a los vecinos del Parque, mientras que la autoridad municipal insistía en las bondades del Programa y en llevarlo a término.
Es importante mencionar que las instalaciones estaban destinadas para los tianguistas navideños que por más de treinta años se establecieron en el Jardín Juárez, y que debido a su reciente remodelación, los reubicarían en el parque Madero aún en contra de su voluntad pues preferían quedarse allí por considerarla una mejor área de venta.
A pesar de este filo del problema, la protesta generalizada se centró en el rescate del parque como área verde y espacio público emblemático de Hermosillo
Julián de la Puente, vecino del lugar, comentó que con este Programa todo hacía indicar que acabarían con el área verde más importante de la ciudad; y enfatizó:
“…mis hijos cuando eran chicos venían a andar en bicicleta en este parque y ahora a la más pequeña que le va a tocar si desaparecen este punto de recreación que además es una tradición en Hermosillo, deben respetarlo y que los comerciantes salgan del lugar”.(Cambio, 15 de octubre de 2005).
En el mismo tono, Socorro Espinoza dijo:
“… más que molestarme me entristece, ya que a mis papás los traían mis abuelos a pasearse en los juegos y pasar un fin de semana en familia, luego mis padres a nosotros y hoy traigo a mis niños, porque considero que este sitio es el de mayor tradición en la ciudad; de hecho, más que el mismo Centro [Histórico], por eso me duele que por obtener unos pesos más nos quiten este hermoso lugar”. (Cambio, 17 de octubre de 2005).
Finalmente, Julio César Yánez con su hija de dos años en brazos, expuso que
“… verdaderamente es un crimen a la sociedad lo que está haciendo el Ayuntamiento, pues le resta vida y folklore al parque Madero, que por más de 35 años ha sido el lugar preferido de mi familia para convivir sanamente con hermanos e hijos, y al construir estas jaulas comerciales le arrancan parte de su vida a este lugar”. ( ídem, Cambio).
Es momento de mencionar que el día que se presentaron las autoridades y responsables directos de la obra para convencer a los vecinos del Programa, el resultado fue otro y se vieron presionados a suspender los trabajos del Parque hasta nuevo aviso.
Mientras tanto, una integrante del grupo de vecinos presentó ante el Congreso del Estado una demanda de juicio político en contra de la presidenta municipal por violar sistemáticamente los planes y programas urbanos; y así lo registró la prensa local “… con folio número 1400 ingresó ayer al pleno de la Cámara la petición firmada por la señora Ana María Félix Nieblas, que además solicita su inhabilitación para obtener cargo público y la responsabilidad penal que pueda tipificarse por las faltas que resulten”. (Cambio, 19 de octubre de 2005).
En este marco tenso, el grupo de vecinos hizo contacto con la Comisión de Parques y Jardines del Cabildo Municipal para pedirle una posición favorable a sus demandas; petición que tuvo una respuesta positiva casi inmediatamente pues se materializó en un Acuerdo que contribuyó a resolver el conflicto pocos días después.
Este último era simple y llanamente la recomendación a las autoridades municipales de retirar los 140 locales comerciales del Parque Madero; misma que se formaliza con el oficio donde se lee:
“con fundamento en los artículos 67, 68 fracción V y 69 fracción V de la Ley de Gobierno y Administración Municipal, el numeral 32, el artículo 55 […] se recomienda la no instalación de locales, espacios o estructuras destinados al comercio, presentados en el Proyecto de Rehabilitación del Parque Madero y la remoción de las estructuras que han sido instaladas para tales fines”. (Documento original).
Al día siguiente, el 19 de octubre de 2005, mediante un boletín oficial la presidenta municipal anuncia el retiro de los 140 locales comerciales, atendiendo según sus palabras el dictamen de la Comisión de Parques y Jardines del Cabildo Municipal.
En éste realiza un recuento de las obras materiales de las que ha sido objeto el parque en las precedentes tres administraciones (de filiación panista como la actual), y asegura que se ha invertido la cantidad de 2 millones 600 mil pesos. El tono del mensaje es enérgico y que:
“… El Parque Madero no es el parque de una colonia, es el parque de los hermosillenses, es un lugar que nosotros lo concebimos que (sic) en la medida que tenga más opciones habrá más visitantes […] una cosa es que los vecinos puedan estar en desacuerdo con un proyecto [y] otra cosa es que descalifiquen el trabajo de una administración y de las anteriores en relación al parque, porque las pruebas están ahí, el parque estuvo durante muchos años completamente abandonado sin iluminación, sin seguridad pública y sin las condiciones adecuadas ni siquiera para que las personas que viven enfrente pudieran caminar por él, esa es una realidad”. (Boletín del Gobierno Municipal, número 599).
La respuesta de los hermosillenses fue categórica: “Valió la pena” fue la expresión de un padre de familia que días más tarde visitó el lugar y miraba al rededor del parque haciendo alusión a la movilización reciente. “Así como parque está mejor” dijo Claudia García, madre de dos niños que cada domingo los lleva a divertirse en los juegos metálicos. Asimismo, se deja constancia de que los ciudadanos utilizan el lugar para hacer día de campo, disfrutar de la tarde, jugar fútbol, mecerse en los columpios ó sentarse bajo un árbol sin ningún costo para las familias visitantes. (Cambio , 24 de octubre de 2005).
También, el agradecimiento de la ciudadanía se extendió a los medios de comunicación tal y como lo consigna la nota que reporta, que por separado y vía telefónica, Maria Isela Vásquez vecina del Coloso Bajo y Julio César Yánez, domiciliado en la colonia Olivares, expresaron su alegría por el resultado de la movilización y también reconocieron el trabajo periodístico de esa empresa. La primera, enfatizó que “… cuando la gente se une para luchar por causas justas, siempre salimos avante, más cuando tenemos el apoyo de medios que informan con la verdad y no se manejan por intereses económicos y políticos…”; mientras que el segundo, aseguró que por eso “… cuando la gente tenga un problema debe denunciarlo a las autoridades y si no hacen caso, pues están ustedes que no se echan para atrás, que sé que siempre están para ayudar a quienes lo necesitan”. (Cambio, 20 de octubre de 2005).
Por su parte, los vecinos del Parque se constituyeron en una agrupación denominada Amigos del Parque y se dieron a la tarea de retirar las mantas de protesta y declarar su disposición al diálogo con las autoridades municipales. Además, elaboraron un documento en varias sesiones de trabajo que diagnostica preliminarmente el Parque e identifica problemas y soluciones a corto, mediano, y largo plazo; éste mismo se entregó a las autoridades. (Documento original).
Es importante mencionar que la interlocución con éstas en una mesa de trabajo, se dio tres meses después de la movilización debido a que no existía una versión completa del Programa Integral del Parque Madero; el cual por cierto no tuvo asignación presupuestal específica el año 2006.
La moneda está en el aire: los Amigos del Parque, con la responsabilidad de mantenerse atentos a cumplir las tareas del diagnóstico preliminar , y todavía más, de elaborar un Programa Integral del Parque en el mediano plazo, y las autoridades municipales, con el compromiso de reactivar los mecanismos de participación ciudadana para la discusión de este último.
Reflexiones finales:
1.- El Parque Madero cumple una función integradora desde la perspectiva urbana y social. Su carácter histórico y emblemático incrementa el simbolismo e identidad de los hermosillenses. También posee atributos medioambientales por la variedad vegetal y tamaño de la superficie considerándose uno de los pulmones de la ciudad.
Estas son razones suficientes para que las autoridades municipales, responsables directas de su atención y cuidado, le asignen importancia especial y presupuesto etiquetado para su cumplimiento.
2.- Aunque no se desarrolla suficientemente en el trabajo el papel de las autoridades municipales en las políticas medioambientales y de equipamiento, es importante mencionar que no hay certeza de la existencia de éstas, aunque sí, de acciones aisladas que responden a peticiones ciudadanas y/o requerimientos de la urbe que está en proceso de expansión. En este sentido, a los Amigos del Parque les interesa presentar una propuesta integral del Parque Madero.
3.- La participación ciudadana como expresión de la sociedad civil en la movilización del Parque Madero debe diferenciar actores, tipos de participación y compromisos.
En primer lugar, es importante distinguir a los vecinos del Parque que iniciaron la movilización y después constituyeron la agrupación ciudadana Amigos del Parque y los ciudadanos hermosillenses que se identificaron con la demanda pública y que mostraron su solidaridad pero que no pertenecen a los Amigos del Parque.
En segundo lugar, y como resultado de lo anterior, los interlocutores directos de las autoridades municipales fueron los Amigos del Parque, pero gran parte de la fuerza adquirida en la movilización, fue la opinión pública generada en la mayoría de los medios de comunicación. Estos últimos jugaron un papel clave.
En tercer lugar, los compromisos de la ciudadanía han sido distintos dependiendo del nivel de participación; en el caso concreto de los Amigos del Parque se impone el reto de la consolidación del grupo al menos en dos direcciones: el adecuado funcionamiento interno y la capacidad de sumar nuevas voluntades, pero también la de trabajar sistemáticamente y saber comunicar estos resultados.
Bibliografía
Álvarez Lucía. 2004. La sociedad civil en la ciudad de México. Actores sociales, oportunidades políticas y esfera pública. México: Plaza y Valdés Editores.
Borja, Jordi y Zaida Muxi. 2003. El espacio público: ciudad y ciudadanía. Barcelona: Editorial Electa.
Canosa Zamora, E, Sáez Pombo E, Sanabria Brassart, C., Zavala Morencos, I. 2003. Metodología para el estudio de los parques urbanos: la comunidad de Madrid. Geo Focus (Artículos), núm. 3. ISSN: 1578-5157. 2003.
Clemente, Beatriz. 2005. El valor del espacio abierto público: cohesión, identidad, y libertad ciudadana. Trabajo escolar de la Maestría en Ciencias Sociales de El Colegio de Sonora. Octubre de 2005.
Flanagan, William G. 2002. An invitation to urban studies, en: Urban sociology: images and structura, cuarta edición. Boston, MA.: Ed. Allyn & Bacon.
Lian Karp. 1992. Semblanza de Hermosillo a través de las crónicas. Hermosillo: El Colegio de Sonora y H. Ayuntamiento de Hermosillo.
Low, Setha. 2005. Transformaciones del espacio público en la ciudad latinoamericana. En: Bifurcaciones [on line]. Núm. 5, verano 2005. World Wide Web document, URL: www.bifurcaciones.cl/005/Low.htm. ISSN 0718-1132 (PDF).
Ramírez Kuri, Patricia. 2003. Espacio público y reconstrucción ciudadana. México: Miguel Ángel Porrúa Editores- Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Sede México.
Uribe, Jesús Félix. 1987. Breve historia urbana de Hermosillo. Hermosillo: Sociedad Sonorense de Historia.
PRENSA:
Cambio
Información
Citar este artículo de la siguiente manera:
Martínez, C. (2006, septiembre 28 y 29). El Parque Madero, espacios públios y ciudadanía. En E. Méndez, coord., Arquitecturas de la globalización. Memorias del VIII Seminario nacional de Teoría de la Arquitectura. Hermosillo, México: Seminario de Teoría de la Arquitectura / UniSon / UAS / ITESCA /UNAM /UNO.
Cristina Martínez
El Colegio de Sonora, México
cmartin@colson.edu.mx
Introducción
Los parques urbanos son elemento clave en la estructura de las ciudades y en la vida de sus habitantes. En primer lugar, porque figuran como islas de confort y medio ambiente y en segundo lugar, porque cumplen el papel de espacios de recreo y/o de interacción social.
El carácter público de dichos espacios está fincado históricamente desde finales del siglo XVII cuando nace la ciencia urbanística y se plantea la necesidad de los parques y jardines definiendo su composición y funciones arquitectónicas y sociales. Pero actualmente, en el siglo XXI, debido a los procesos de globalización y privatización existe una tendencia a la desaparición de los espacios públicos y particularmente de los parques urbanos. En América Latina se ha documentado su disminución en número y tamaño y/o su reglamentación en formas que restringen sus usos sociales. (Low, S. 2005, 1).
Aquí resulta pertinente preguntarse cuál ha sido el papel de la ciudadanía y el ejercicio de sus derechos y responsabilidades como habitante de la urbe y particularmente beneficiario de las mencionadas áreas verdes.
De ahí, y a partir de los conceptos de espacio público y ciudadanía, este trabajo da cuenta de una movilización de vecinos en el Parque Madero en Hermosillo México contra la autoridad municipal que construyó 140 locales comerciales dentro del área verde y que posteriormente los retiró como resultado de esta protesta ciudadana. Algunas de las preguntas puntuales que lo guían son: ¿cuál es la función del Parque Madero en la ciudad de Hermosillo? ¿cómo la asumen y la desarrollan las autoridades municipales? ¿qué significa el Parque Madero para los ciudadanos hermosillenses? ¿cuál es el valor de la participación ciudadana en este tipo de movilizaciones?
1.- ¿Qué es el espacio público?
La primera definición simple de espacio público, es cualquier espacio abierto de la ciudad utilizado por sus habitantes. En este sentido estamos hablando de calles, banquetas, camellones, jardines, parques, plazas, entre otros.
Pero dos niveles de acotación de este concepto para comprender el planteamiento de nuestro trabajo son: en primer lugar, el referente jurídico que remite a la administración pública de espacios con garantía a la accesibilidad de toda la población que fija las condiciones de su funcionamiento y desarrollo; y en segundo lugar, la dimensión socioespacial que permite construir espacios comunes de la ciudadanía a partir de conductas y vivencias personales.
Mi reflexión abreva principalmente de esta última, pero quise definirlo por separado para denotar también la urgencia de construir puentes entre una y otra acepción con la intención de complementar procesos y hacer ganadora la propuesta de los habitantes de la ciudad.
Para ilustrar esta relevancia, es muy importante decir aquí que la sociología norteamericana ha producido numerosos estudios que reportan el comportamiento humano en los espacios públicos, y que han servido para caracterizar la vida urbana de sus habitantes.
En su acepción amplia, Lofland (citada por Flanagan 2003, 6), asegura que estos comportamientos modelan la conducta del individuo y que la tensión social inherente a la misma es negociada” del manejo de cada persona, esto es, que los espacios públicos urbanos afectan lo que pensamos y lo que hacemos.
Más particularmente, ella (ídem, 11-12) estudia la forma de vivir la “experiencia pública” a partir de los pequeños grupos que se apropian el espacio público en el uso rutinario de restaurantes y/o secciones de plazas y parques que en el devenir del tiempo los convierte en residentes con “derecho al lugar”. Dice la autora que la asiduidad a estos espacios públicos crea también una cierta identidad en el grupo a partir de actitudes y lenguaje del cuerpo que las hace reconocerse a sí mismos como personas relajadas, abiertas y muy dueñas del rumbo de su vida.
Por su parte, White (ídem p.10), desde la perspectiva del micro orden ha estudiado las conductas públicas incidentales de los habitantes y encuentra que a título individual estas personas se conducen con respeto siempre y cuando el entorno es conocido por ellos, pero de lo contrario, transforman la “ingeniería social” que hace confortable la ciudad a las necesidades humanas a través del cambio de rituales cotidianos.
En resumen, estos autores concluyen que los espacios públicos no figuran como telón de fondo y sí intervienen de manera directa en el comportamiento de los grupos sociales. Y aunque hacen mención de los actores sociales como transformadores del entorno y viceversa, su paradigma analítico pierde de vista el resto de los actores que intervienen en el proceso global tales como los gobiernos y las burguesías locales.
Otra tradición de estudios europeos dirigidos por Jordi Borja (2003), ha sistematizado la discusión de los espacios públicos y la privatización de los mismos en el marco de las ciudades globales proponiendo su rescate a partir de las ventajas que significa en términos de la cohesión social y de la estructura de la ciudad.
Claro que se refiere a un tipo específico de espacio público con atributos concretos: que sea del dominio público, que posea un uso social colectivo y que cuente con múltiples funciones. Además deben caracterizarse “… físicamente por su accesibilidad, lo que lo convierte en un factor de centralidad […] por la intensidad y calidad de las relaciones sociales que facilita y […] por su capacidad de estimular la identificación simbólica, la expresión y la integración culturales” (ídem, 46-47).
Esta reflexión resulta de las consideraciones que el autor realiza del “urbanismo funcionalista”, al que le atribuye usos unívocos del espacio público tales como las vialidades, la monumentalidad, ó los usos comerciales; refiriéndose a estos últimos como los más graves, porque sin una vigilancia ética se privatizan y sesgan el uso y la percepción de dichos espacios con dominio en la función comercial. Enfatiza “… no hay nada de malo en la función comercial, una función tan legítima como cualquier otra en la sociedad […] pero, la cuestión es la estructuración simbólica sobre la base de la predominancia excesiva de esta función”.
La explicación de esta perspectiva la encuentra en el urbanismo contemporáneo que se centra
“… en un funcionalismo eficientista dotado de un instrumental separador más que integrador (la zonificación, los modelos), justificado por urgencias sociales (vivienda, equipamientos básicos) y acentuado por la compartimentación de las administraciones públicas y de los cuerpos profesionales (por ejemplo, transportes/ingenieros sin otras visiones del desarrollo y del funcionamiento urbanos). El resultado ha sido casi siempre la aplicación de políticas sectoriales en lugar de realizar actuaciones que articulen la diversidad y la complejidad de las demandas urbanas”. (Borja 2003, 47).
La estrategia de producción de espacios públicos, según el autor, debe considerar la regeneración de los mismos (centros históricos, vías urbanas, equipamientos socioculturales en la periferia), su reconversión (industrias desactivadas, cuarteles, etc.), y su producción ex novo (espacios forestales, reservas ecológicas en el área rural o urbana, etc.). Acción que debe ser diseñada por la administración pública de los gobiernos locales pero necesariamente supervisada por la ciudadanía porque ésta figura como sujeto de la política urbana, y además, porque es la única manera de hacer ciudadanía interviniendo en la construcción y gestión de la ciudad.
En este sentido, y coincidiendo con otras voces (Ramírez Kuri 2003, 6), no hay duda de que el espacio público se está revalorizando al constituirse en un componente central de la vida colectiva y de las ciudades sostenibles.
2.- ¿Qué es la sociedad civil y cómo conquista el espacio público?
A partir de que existe un acuerdo en que la participación ciudadana tome acción en la construcción de los espacios públicos, es importante mencionar que las especificidades de ésta, se han expresado de diversas formas tales como los movimientos cívicos, los colectivos sociales ó profesionales ó hasta las instituciones políticas locales.
Lo cierto es que el común denominador de éstas, es la sociedad civil que encara formas de acción colectiva que pretenden incidir en el ámbito público y en la instrumentación de mecanismos de participación para la toma de decisiones.
Los límites y posibilidades del concepto de sociedad civil, dice Lucía Álvarez (2004, 8), se manejan en un amplio horizonte, pues pocos conceptos han generado tanta polémica y controversia debido a la pluralidad de fenómenos referidos a éste. Sin embargo, recientemente, los aportes de algunos estudiosos del tema han logrado construir una perspectiva que la identifica
“… como una esfera diferenciada dentro de lo social, constituida por una pluralidad de actores, cuyas prácticas construyen un espacio de autonomía social portadora de un potencial crítico y democratizador; cumple (además) una función de intermediación desde la sociedad respecto al Estado y al sistema económico”. (Cohen y Arato citado por Álvarez, cfr. SUPRA).
En resumen, esto significa que la sociedad civil no es un actor ó sujeto histórico específico que construye su práctica en una dirección definida, sino un conjunto heterogéneo de actores que confrontan discursos y proyectos diversos orientados a incidir en cambios de la realidad social.
Una de las especificidades que avala el status conceptual de la sociedad civil, asegura la autora, se refiere a la distinción entre actores y sociedad civil por la condición de autonomía frente al Estado y al mercado en tanto no se inscriben en las lógicas de estos sistemas. Esto es, no participan en la lucha por el poder ni en la dinámica de la libre competencia y la ganancia; pero también, refiere a que sus movilizaciones no pretenden destruir las instituciones existentes sino preservar espacios y equilibrios en las dinámicas del Estado y del mercado ya mencionadas.
En este sentido, la figura de la sociedad civil que toma acción en la conquista de los espacios públicos se identifica con la movilización de ciudadanos que opone resistencia a la autoridad municipal que instala 140 locales comerciales dentro de las áreas verdes del Parque Madero y que finalmente fueron retirados. El cumplimiento de las tareas subsiguientes, que se han concentrado en el rescate y la preservación del lugar, es lo que pone a prueba el futuro del grupo como expresión de la sociedad civil.
3.- El Parque Madero en retrospectiva
Hoy como ayer, el Parque Madero es un espacio público con funciones múltiples.
En sus orígenes (1878), cuando se llamaba “Alameda”, tuvo funciones eminentemente recreativas para los habitantes de la ciudad; incluso, durante el auge porfirista cuando el Parque fue renombrado “Ramón Corral” en honor del gobernador en turno, tuvo su máximo esplendor cuando formó parte del corredor escenográfico de la ciudad. Posteriormente a la Revolución de 1910, cambia de nombre a Francisco I. Madero y agrega nuevas funciones que expresan la recomposición social de los hermosillenses: ahora es escenario de manifestaciones sindicales y partidistas como las del Sindicato de la Sociedad de Artesanos , y más tarde en los cuarenta, del Partido Popular de Jacinto López, hasta la fecha, es punto de reunión de los trabajadores organizados cada primero de mayo y días festivos antes de iniciar el tradicional desfile por las calles de la ciudad.
Este resumen muestra las multifunciones y el referente social del Parque que enmarcan la movilización de vecinos en octubre de 2005.
Para puntualizar lo anterior, debo decir que la historia documental del Parque Madero con la denominación de Alameda, data de 1865 con un hecho dramático: el 14 de mayo de ese mismo año, una columna de franceses toma la plaza de Hermosillo y bombardea la ciudad desde los prados del mismo Parque. Un poco más tarde, en 1890 y en circunstancias menos adversas, el gobernador porfirista Ramón Corral ordena remozar la Alameda localizada al oriente de la ciudad que posee los siguientes límites geográficos: “… al norte era la calle Morelia y tenía en esta dirección un panteón pequeño (enseguida) había varios establos lecheros. Al oriente (..) estaba el barrio del Puente Colorado, de donde salían las acequias que irrigaban la ciudad. La calzada de los Pinos era el límite sur del parque”. No se especifica el límite oriente del Parque. (Lian Karp 1987, 30).
Pero indudablemente la postal que retrata el máximo esplendor del Parque Madero como elemento estructurador de la ciudad, es la ruta de tranvías que recorre el circuito escenográfico del Jardín Juárez y la Plaza Zaragoza en los albores del siglo XX. El punto de partida es la estación del ferrocarril y el trayecto por calles pavimentadas, postes telefónicos, y alumbrado público denota una ciudad en ascenso.
Dice Jesús Uribe (1987, 30), que con estas mejoras materiales y áreas de recreación más citadinas, un amplio sector de la población aceptó también una nueva forma de vida. De ahí que
“… los paseos al aire libre ofrecían un mayor atractivo. El Parque Ramón Corral (Parque Madero) y la Plaza Principal (Plaza Zaragoza), eran los extremos del sector comercial, recreativo y de negocios, donde los hermosillenses disfrutaban de de sus momentos de ocio. Por las calles enarenadas del Parque Ramón Corral transitaban elegantes carriolas y coches, jinetes y paseantes, entre árboles repletos de frutas que perfumaban el ambiente…”
Ahora, para ilustrar el período contemporáneo del Parque Madero basta mencionar que la posrevolución trajo nuevos aires que reconfiguraron este espacio público.
Lian Karp (op.cit, 48) asegura que en los albores de los años treinta, sufre modificaciones la arquitectura del Parque al desaparecer los tres arcos frontales, que le dieron identidad por más de cuarenta años, y también derrumbaron varios edificios históricos de alrededor (incluyendo la casa donde nació Jesús García, el Héroe de Nacozari), lo cual le da una nueva fisonomía al lugar.
De estos referentes, derivamos que al convertirse el Parque en un espacio abierto y conectarse libremente la ciudad, el mensaje simbólico es sellar la impronta de la nueva era política, social y económica que experimentaban los sonorenses en ese momento.
Finalmente, los años setenta no son los mejores para el Parque Madero pues aunque el Gobierno del Estado se hizo cargo de él hasta 1968 cuando transfirió su responsabilidad al Gobierno Municipal, hay expresiones que lo avalan como una nota periodística de la época reproduce el desánimo y el poco interés de las autoridades en las áreas recreativas de la ciudad; y es que ante la denuncia de un ciudadano sobre este tópico, el recién estrenado responsable del Departamento de Parques y Jardines declara que
“… hay una incomprensión absoluta de vagos sin oficio que provocan daños incalculables como son el de quebrar bancas, árboles y faroles […] pero la causa del mal estado de Parque Madero se debe al ganado que invade este lugar…” y remata asegurando que la fuente, el alumbrado y los árboles en mal estado serán reparado aún con falta de recursos del Ayuntamiento. (Información, 29 de enero de 1973).
Esta respuesta obedece a la demanda de Amós Ruiz Girón, mejor conocido como el Apóstol del Árbol, quien entre otras cosas dijo que “… no se pondrá remedio a la pésima situación que guardan el áreas verdes hasta que en señal de protesta quiebre yo vidrios de la casa de gobierno o el mismo Palacio y que al detenerme las autoridades policíacas efectúen las averiguaciones; ya que quejas se han puesto en todas las dependencias y nadie ha hecho nada para darles solución”. (Información, ídem).
4. El Parque Madero hoy: en defensa del espacio público
El Parque Madero está considerado en el Plan Municipal de Desarrollo Urbano de Hermosillo (PMDUH) como un área verde con uso específico de parque urbano; además , como política se menciona que las plazas, parques y jardines estarán sujetos a constante mejoramiento y mantenimiento. Textualmente señala: “… no se deberá cambiar el uso de suelo a estas áreas, ni se deberán realizar actividades ni instalaciones que desvirtúen el fin para la cual se han creado”. (PMDUH, versiones 2003 y 2006).
Bajo este supuesto y con la historia que representa, el 14 de octubre de 2005 un grupo de vecinos se manifestó públicamente en contra de la apertura de 140 locales comerciales que fueron construidos en las áreas verdes del lugar por parte del Ayuntamiento de Hermosillo. La posición de los vecinos defendía el Parque como un área verde consagrada al descanso e interacción de los hermosillenses. Por eso instalaron dos mantas donde se leía “Respeto a los espacios públicos” y “En defensa del Parque Madero”; además, escribieron cartas a la presidenta municipal y expresaron su descontento declarando directamente ante los medios de comunicación y por vía telefónica a las estaciones de radio.
El argumento de los manifestantes era que la obra cambiaría el uso del suelo de área verde a área comercial y solicitaron los estudios correspondientes de impacto ambiental y social. Las autoridades, por su parte, sostenían que la obra formaba parte de un Programa Integral del Parque que incluía otros cambios que beneficiarían a los usuarios tales como el incremento de lámparas, bancas, y árboles entre otros; además afirmaban que dicho Programa había sido aprobado por el Consejo Consultivo del Instituto Municipal de Planeación de Hermosillo (IMPLAN) en base a estudios y proyecciones propias.
El suceso activó una polémica a la que se incorporaron amplios sectores de la población que en su mayoría apoyaron a los vecinos del Parque, mientras que la autoridad municipal insistía en las bondades del Programa y en llevarlo a término.
Es importante mencionar que las instalaciones estaban destinadas para los tianguistas navideños que por más de treinta años se establecieron en el Jardín Juárez, y que debido a su reciente remodelación, los reubicarían en el parque Madero aún en contra de su voluntad pues preferían quedarse allí por considerarla una mejor área de venta.
A pesar de este filo del problema, la protesta generalizada se centró en el rescate del parque como área verde y espacio público emblemático de Hermosillo
Julián de la Puente, vecino del lugar, comentó que con este Programa todo hacía indicar que acabarían con el área verde más importante de la ciudad; y enfatizó:
“…mis hijos cuando eran chicos venían a andar en bicicleta en este parque y ahora a la más pequeña que le va a tocar si desaparecen este punto de recreación que además es una tradición en Hermosillo, deben respetarlo y que los comerciantes salgan del lugar”.(Cambio, 15 de octubre de 2005).
En el mismo tono, Socorro Espinoza dijo:
“… más que molestarme me entristece, ya que a mis papás los traían mis abuelos a pasearse en los juegos y pasar un fin de semana en familia, luego mis padres a nosotros y hoy traigo a mis niños, porque considero que este sitio es el de mayor tradición en la ciudad; de hecho, más que el mismo Centro [Histórico], por eso me duele que por obtener unos pesos más nos quiten este hermoso lugar”. (Cambio, 17 de octubre de 2005).
Finalmente, Julio César Yánez con su hija de dos años en brazos, expuso que
“… verdaderamente es un crimen a la sociedad lo que está haciendo el Ayuntamiento, pues le resta vida y folklore al parque Madero, que por más de 35 años ha sido el lugar preferido de mi familia para convivir sanamente con hermanos e hijos, y al construir estas jaulas comerciales le arrancan parte de su vida a este lugar”. ( ídem, Cambio).
Es momento de mencionar que el día que se presentaron las autoridades y responsables directos de la obra para convencer a los vecinos del Programa, el resultado fue otro y se vieron presionados a suspender los trabajos del Parque hasta nuevo aviso.
Mientras tanto, una integrante del grupo de vecinos presentó ante el Congreso del Estado una demanda de juicio político en contra de la presidenta municipal por violar sistemáticamente los planes y programas urbanos; y así lo registró la prensa local “… con folio número 1400 ingresó ayer al pleno de la Cámara la petición firmada por la señora Ana María Félix Nieblas, que además solicita su inhabilitación para obtener cargo público y la responsabilidad penal que pueda tipificarse por las faltas que resulten”. (Cambio, 19 de octubre de 2005).
En este marco tenso, el grupo de vecinos hizo contacto con la Comisión de Parques y Jardines del Cabildo Municipal para pedirle una posición favorable a sus demandas; petición que tuvo una respuesta positiva casi inmediatamente pues se materializó en un Acuerdo que contribuyó a resolver el conflicto pocos días después.
Este último era simple y llanamente la recomendación a las autoridades municipales de retirar los 140 locales comerciales del Parque Madero; misma que se formaliza con el oficio donde se lee:
“con fundamento en los artículos 67, 68 fracción V y 69 fracción V de la Ley de Gobierno y Administración Municipal, el numeral 32, el artículo 55 […] se recomienda la no instalación de locales, espacios o estructuras destinados al comercio, presentados en el Proyecto de Rehabilitación del Parque Madero y la remoción de las estructuras que han sido instaladas para tales fines”. (Documento original).
Al día siguiente, el 19 de octubre de 2005, mediante un boletín oficial la presidenta municipal anuncia el retiro de los 140 locales comerciales, atendiendo según sus palabras el dictamen de la Comisión de Parques y Jardines del Cabildo Municipal.
En éste realiza un recuento de las obras materiales de las que ha sido objeto el parque en las precedentes tres administraciones (de filiación panista como la actual), y asegura que se ha invertido la cantidad de 2 millones 600 mil pesos. El tono del mensaje es enérgico y que:
“… El Parque Madero no es el parque de una colonia, es el parque de los hermosillenses, es un lugar que nosotros lo concebimos que (sic) en la medida que tenga más opciones habrá más visitantes […] una cosa es que los vecinos puedan estar en desacuerdo con un proyecto [y] otra cosa es que descalifiquen el trabajo de una administración y de las anteriores en relación al parque, porque las pruebas están ahí, el parque estuvo durante muchos años completamente abandonado sin iluminación, sin seguridad pública y sin las condiciones adecuadas ni siquiera para que las personas que viven enfrente pudieran caminar por él, esa es una realidad”. (Boletín del Gobierno Municipal, número 599).
La respuesta de los hermosillenses fue categórica: “Valió la pena” fue la expresión de un padre de familia que días más tarde visitó el lugar y miraba al rededor del parque haciendo alusión a la movilización reciente. “Así como parque está mejor” dijo Claudia García, madre de dos niños que cada domingo los lleva a divertirse en los juegos metálicos. Asimismo, se deja constancia de que los ciudadanos utilizan el lugar para hacer día de campo, disfrutar de la tarde, jugar fútbol, mecerse en los columpios ó sentarse bajo un árbol sin ningún costo para las familias visitantes. (Cambio , 24 de octubre de 2005).
También, el agradecimiento de la ciudadanía se extendió a los medios de comunicación tal y como lo consigna la nota que reporta, que por separado y vía telefónica, Maria Isela Vásquez vecina del Coloso Bajo y Julio César Yánez, domiciliado en la colonia Olivares, expresaron su alegría por el resultado de la movilización y también reconocieron el trabajo periodístico de esa empresa. La primera, enfatizó que “… cuando la gente se une para luchar por causas justas, siempre salimos avante, más cuando tenemos el apoyo de medios que informan con la verdad y no se manejan por intereses económicos y políticos…”; mientras que el segundo, aseguró que por eso “… cuando la gente tenga un problema debe denunciarlo a las autoridades y si no hacen caso, pues están ustedes que no se echan para atrás, que sé que siempre están para ayudar a quienes lo necesitan”. (Cambio, 20 de octubre de 2005).
Por su parte, los vecinos del Parque se constituyeron en una agrupación denominada Amigos del Parque y se dieron a la tarea de retirar las mantas de protesta y declarar su disposición al diálogo con las autoridades municipales. Además, elaboraron un documento en varias sesiones de trabajo que diagnostica preliminarmente el Parque e identifica problemas y soluciones a corto, mediano, y largo plazo; éste mismo se entregó a las autoridades. (Documento original).
Es importante mencionar que la interlocución con éstas en una mesa de trabajo, se dio tres meses después de la movilización debido a que no existía una versión completa del Programa Integral del Parque Madero; el cual por cierto no tuvo asignación presupuestal específica el año 2006.
La moneda está en el aire: los Amigos del Parque, con la responsabilidad de mantenerse atentos a cumplir las tareas del diagnóstico preliminar , y todavía más, de elaborar un Programa Integral del Parque en el mediano plazo, y las autoridades municipales, con el compromiso de reactivar los mecanismos de participación ciudadana para la discusión de este último.
Reflexiones finales:
1.- El Parque Madero cumple una función integradora desde la perspectiva urbana y social. Su carácter histórico y emblemático incrementa el simbolismo e identidad de los hermosillenses. También posee atributos medioambientales por la variedad vegetal y tamaño de la superficie considerándose uno de los pulmones de la ciudad.
Estas son razones suficientes para que las autoridades municipales, responsables directas de su atención y cuidado, le asignen importancia especial y presupuesto etiquetado para su cumplimiento.
2.- Aunque no se desarrolla suficientemente en el trabajo el papel de las autoridades municipales en las políticas medioambientales y de equipamiento, es importante mencionar que no hay certeza de la existencia de éstas, aunque sí, de acciones aisladas que responden a peticiones ciudadanas y/o requerimientos de la urbe que está en proceso de expansión. En este sentido, a los Amigos del Parque les interesa presentar una propuesta integral del Parque Madero.
3.- La participación ciudadana como expresión de la sociedad civil en la movilización del Parque Madero debe diferenciar actores, tipos de participación y compromisos.
En primer lugar, es importante distinguir a los vecinos del Parque que iniciaron la movilización y después constituyeron la agrupación ciudadana Amigos del Parque y los ciudadanos hermosillenses que se identificaron con la demanda pública y que mostraron su solidaridad pero que no pertenecen a los Amigos del Parque.
En segundo lugar, y como resultado de lo anterior, los interlocutores directos de las autoridades municipales fueron los Amigos del Parque, pero gran parte de la fuerza adquirida en la movilización, fue la opinión pública generada en la mayoría de los medios de comunicación. Estos últimos jugaron un papel clave.
En tercer lugar, los compromisos de la ciudadanía han sido distintos dependiendo del nivel de participación; en el caso concreto de los Amigos del Parque se impone el reto de la consolidación del grupo al menos en dos direcciones: el adecuado funcionamiento interno y la capacidad de sumar nuevas voluntades, pero también la de trabajar sistemáticamente y saber comunicar estos resultados.
Bibliografía
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PRENSA:
Cambio
Información
Citar este artículo de la siguiente manera:
Martínez, C. (2006, septiembre 28 y 29). El Parque Madero, espacios públios y ciudadanía. En E. Méndez, coord., Arquitecturas de la globalización. Memorias del VIII Seminario nacional de Teoría de la Arquitectura. Hermosillo, México: Seminario de Teoría de la Arquitectura / UniSon / UAS / ITESCA /UNAM /UNO.
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